El día que me convertí en una dog lover fue gracias a mi abuelo (el tata); era un Domingo, yo era muy chica y lo vi venir con una enciclopedia que tenía solo unas cuantas páginas dedicadas a los perros. Era un libro antiguo pero mi preferido en toda su repisa, siempre ubicado en el mismo lugar (no difícil de alcanzar pero si de recordar el número); un libro que no me cansaba de leer, esas cuantas páginas llenas de fotos de distintas razas de perros que simplemente me atraparon… poco a poco descubrí un nuevo mundo del que hasta ahora siento que sé muy poco. Son algo así:
El día en el que me convertí en una dog lover aprendí que un perro es mucho más que una linda cara, es un ver el mundo desde otros ojos, tratar de sentir la naturaleza como parte de nuestra vida, dar lo mejor de uno sin esperar recibir algo a cambio, ser honestos con el amor que damos, siempre ser un compañero de vida y un apoyo, ser originales, ver la vida de una forma simple, simplemente aprender a vivir en un mundo que cada día nos aleja más unos de otros.
Ser una dog lover es iniciar un nuevo estilo de vida, es un aprender cada día, es aprender a comunicarnos, hacer nuevas cosas solo para lograr convertir sus 12 años en los mejores de todos, valorar las pequeñas cosas (como esas botellas de plástico que lo hacen mover la cola de felicidad), vivir de momentos, dar una muestra de afecto solo por sentirlo (como el sentarte en el piso solo para abrazarlos). Es un ir y venir de nuevas historias, de nuevos momentos, nuevas etapas que pasas en la vida, es un descubrir y un mejorar gracias a que cada perro te da una enseñanza de vida y te ayuda a ser un mejor dog lover.
Muchos dicen que hay un día dedicado al día del perro pero para mi este debería ser todos los días; doy las gracias por tener a un perro en mi vida y a mi abuelo por presentarme este mundo tan distinto al nuestro, lleno de emociones y sentimientos transparentes.