El YIN YANG son dos conceptos del taoísmo, que exponen la dualidad de todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas. Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo.
Siento que los perros tienen un lugar especial en nuestras vidas, son el complemento perfecto para disfrutar la vida al máximo, ese yin que necesitamos. Nos ven como guías a seguir a lo largo de sus vidas; de nosotros depende darles todo lo mejor, que aprendan nuevas cosas y que disfruten su vida al máximo en esos 15 años que viven a nuestro lado. En estos 15 años aproximados, también actúan como una especie de guías ya que ¿quién no aprendió algo con su perro? (algunos perros son más deportistas que otros, otros aman el mar, otros solo que estés a su lado, otros te enseñan cómo cuidarlos, otros se van muy chicos para cuidarte desde arriba). Cada uno nos deja algo especial y nos hace crecer como personas, además de las historias que nos dejan por recordar.
Creo que cada perro llega a nuestro camino con un propósito y una enseñanza; creo en el poder de las coincidencias, en que todo sucede por algo; muchas veces son «coincidencias significativas o sincronías que se presentan en nuestro camino para guiarnos hacia nuestros más profundos deseos o impulsarnos a cambios transcendentales que nos convertirán en quienes estamos destinados a ser». Creo que cada perro vino a este mundo para enseñarnos un poco más acerca de vivir la vida al máximo, disfrutar de cada instante: «moverle la cola a la vida».